Cuando una persona pierde mucha sangre a causa de algún accidente o por una operación quirúrgica, puede reponer la pérdida sufrida y salvar su vida con una transfusión sanguínea; esto es, introducir en su cuerpo sangre donada por otra persona.
Los primeros intentos para realizar transfusiones de sangre se hicieron con perros en 1665. La primera transfusión de sangre de cordero a una persona, fue realizada en 1667 por el doctor Jean Baptiste Denis, médico del rey Luis XIV de Francia.
Actualmente, antes de hacer una transfusión de sangre a una persona, se debe saber a qué grupo o tipo sanguíneo pertenece, para asegurarse de que la sangre que recibirá será compatible con la suya. Es decir, debe recibir un tipo de sangre que su cuerpo no rechace. Hay distintos tipos de sangre; si durante una transfusión se mezclan dos tipos de sangre que no son compatibles, se puede dañar a la persona que recibe la sangre e incluso se le puede causar la muerte. También se pueden transmitir enfermedades graves por esta vía.
En el año de 1900, Karl Landsteiner demostró la existencia de tres grupos sanguíneos que nombró con las letras: A, B y O. En 1902, De Castello y Sturli descubrieron un cuarto grupo sanguíneo que llamaron AB. Pero no fue sino hasta 1920, que se descubrió que estos grupos no siempre se encuentran en personas de todas las partes del mundo.
Los tipos de sangre se determinan a partir de la presencia o ausencia de dos sustancias distintas que contienen los glóbulos rojos. Esas sustancias se nombran con las letras A y B. Cuando los glóbulos de una persona sólo contienen una de las dos sustancias, se dice que pertenecen al tipo sanguíneo A o al tipo B, según sea el caso. Si en una persona se encuentran las dos sustancias, pertenece al tipo AB y si no contiene ninguna de las dos, se dice que es del tipo O.
Conocer el tipo sanguíneo es crucial para lograr éxito en una transfusión sanguínea, porque los anticuerpos atacan sólo al tipo de sangre que es distinta. Así, para evitar problemas las personas deben recibir sangre de su propio tipo.
Glóbulos rojos y blancos vistos a través de un microscopio electrónico |
En 1940, Landsteiner y Wiener descubrieron que aproximadamente el 85% de los humanos tenemos un antígeno al que llamaron Rh. Hay Rh positivo y Rh negativo; en el momento de hacer una transfusión también se debe cuidar la compatibilidad del Rh. Si una persona Rh negativo recibe sangre Rh positivo, produce anticuerpos contra este tipo de sangre y esto crea un rechazo que puede causar graves alteraciones. |
Y usted, ¿ya sabe a qué grupo sanguíneo pertenece? Si no lo sabe, acuda a los servicios de salud más cercanos, para que le hagan un análisis de sangre. Así, en una situación de emergencia, usted sabrá qué tipo de sangre es compatible con su tipo sanguíneo.
Para una pareja que desea tener hijos, esta información también es importante porque cuando el padre y la madre tienen tipos de sangre diferentes los hijos pueden tener problemas.
No todas las personas nos pueden donar su sangre
Las personas que no deben donar sangre son aquellas que: tienen relaciones sexuales de riesgo por tener más de una pareja, o por practicar relaciones homosexuales o bisexuales; usan drogas; ejercen la prostitución; tienen tatuajes; han tenido enfermedades como hepatitis, sífilis o son portadores del virus del SIDA.