Pocos términos usamos con tanta frecuencia y en contextos tan diversos como el de participación. Cuando usamos esta palabra para referirnos a la intervención que tiene una persona en procesos de toma de decisión que influyen en su vida personal y en la de la colectividad, decimos que esa persona ejerce su derecho a la participación ciudadana.
Una de las características de las sociedades modernas es la presencia de ciudadanos y ciudadanas que se manifiestan abiertamente para defender intereses diversos, causas y proyectos comunes.
En la búsqueda de soluciones a problemas de interés público, se ha logrado avanzar en el establecimiento de acuerdos para el trabajo compartido, entre instancias gubernamentales y organizaciones de la sociedad. Muchos de los problemas que existen en nuestras comunidades sólo podrán ser resueltos con una mayor participación ciudadana.
La participación se encuentra muy vinculada con el concepto de democracia, que significa, entre otras cosas, el poder que es ejercido por el pueblo. La democracia también hace referencia a la igualdad de los derechos y obligaciones que tienen los miembros de una sociedad. La participación ciudadana no depende únicamente de la voluntad individual. Si bien los gobiernos de países que tienen un régimen democrático, como el nuestro, no pueden obligar a los ciudadanos/as a ejercer su derecho a participar, sí pueden crear condiciones que la faciliten o propicien. |
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Algunas
de las medidas importantes para fomentar la participación ciudadana son:
la elaboración de leyes que garanticen y regulen el derecho a la participación,
la difusión de información relacionada con este tema, la creación
y consolidación de instituciones u organizaciones responsables de alentar
la participación utilizando distintos medios.
Un aspecto
fundamental para fomentar la participación ciudadana reside en el fortalecimiento
del Estado de Derecho, porque éste garantiza el respeto a la libertad
de expresión y de asociación para todos los ciudadanos/as.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 9º, señala que los ciudadanos/as tienen derecho a asociarse, agruparse o reunirse con los fines que ellos/as mismos/as determinen, siempre que se mantengan dentro del marco de la ley. Desde esta perspectiva, la participación ciudadana consigue una dimensión política y social.
A partir de las
elecciones federales de 1994, la participación ciudadana adquiere tal
relevancia que se formuló la “Ley de Participación Ciudadana
para el Distrito Federal”; el contenido de esta ley se basa y regula lo
establecido en el artículo 9º constitucional.
El desarrollo del país está fuertemente determinado por la participación
de sus habitantes. Por esto, se considera muy importante trabajar, día
a día, para construir una cultura de la participación. Sólo
de esta manera las personas tendrán plena conciencia de la responsabilidad
que ostentan.
Los cambios sociales y políticos de nuestro país se han logrado a través de la participación de organizaciones laborales, empresariales, gremiales, no gubernamentales, entre otras. Como resultado de la participación organizada para resolver o enfrentar situaciones diversas y de interés común, han surgido nuevas organizaciones en defensa de los derechos humanos, de protección a los grupos minoritarios, los menores de edad o las mujeres, entre otros.
El desarrollo de la democracia, al que aspiramos todos los/as mexicanos/as, depende, en gran medida, de la participación organizada de los ciudadanos y ciudadanas. Una aspiración legítima y que cobra mayor vigencia en nuestros días es: que la sociedad a través de la ciudadanía y sus distintas organizaciones tengan una mayor intervención en la planeación, realización y evaluación de los proyectos que hasta ahora sólo han sido decisiones de ciertos niveles gubernamentales.
La experiencia nos ha demostrado que las soluciones pueden tener un impacto mayor cuando la sociedad, en su conjunto, se organiza y responde de manera eficaz y rápida. Por ejemplo, ante una situación de extrema emergencia, como el terremoto de 1985, en la ciudad de México, o en otras, provocadas por el paso de huracanes como Gilberto, Paulina y Mitch. En todos los casos, la participación ciudadana fue decisiva para resolver las problemáticas enfrentadas.
Las actitudes de participación, solidaridad y organización comunes ante una catástrofe, también empiezan a tener una clara expresión en otras situaciones. Por ejemplo, la participación ciudadana para elegir comités vecinales.
De forma colectiva y organizada, los habitantes de una comunidad pueden realizar gestiones ante las autoridades en busca de la solución a sus problemas de seguridad, de servicios, de contaminación del ambiente.
En la actualidad, cada ciudadano y ciudadana encuentra en el lugar en donde vive numerosas y diferentes posibilidades de participación organizada, según sus intereses y necesidades. Existen frentes cívicos que defienden el voto, grupos que luchan por los derechos de las mujeres, menores, homosexuales, lesbianas, enfermos de sida, agrupaciones en contra o en favor del aborto, organizaciones por la defensa del ambiente, comités de ayuda para damnificados, entre otros.
Todas estas asociaciones buscan, desde las causas particulares que defienden, un fin común: el beneficio y mejoramiento de la sociedad. Estos grupos representan alternativas concretas que encuentra su voz y fuerza en la organización y en la participación de sus asociados/as.