Los hombres y las mujeres somos diferentes


Las diferencias entre los cuerpos de las niñas y los niños se hacen más notables entre los 10 y los 14 años de edad, aproximadamente. En estas edades la hipófisis o pituitaria, que es una glándula, órgano pequeño de 1.5 cm de diámetro localizada en la parte inferior del cerebro, comienza a producir hormonas o sustancias que pasan a la sangre. En ella viajan hacia otras glándulas u órganos del cuerpo; estas hormonas son responsables de los cambios que empiezan a ocurrir en la forma y en el funcionamiento del cuerpo.

En las mujeres, las hormonas producidas en la hipófisis actúan sobre los ovarios. Las niñas tienen ovarios desde que nacen, pero estas glándulas empiezan a funcionar sólo después de que las hormonas de la hipófisis llegan a ellas.

Cuando esto sucede, los ovarios empiezan a madurar y producen, en forma alterna, óvulos que son las células sexuales femeninas (uno por mes) y hormonas sexuales (progesterona y estrógenos) que activan la maduración de los órganos reproductores.

Estas hormonas también son responsables de los cambios que suceden en el comportamiento y en el cuerpo de las mujeres, tales como: el desarrollo de los pechos, ensanchamiento de las caderas, el crecimiento del vello en el pubis y en las axilas.

Uno de los cambios más notables que hace que las niñas se conviertan en adolescentes, es el inicio de la menstruación o regla. Esta consiste en el escurrimiento de un líquido sanguinolento a través de la vagina. La menstruación se repite periódicamente cada 28 días, aunque puede variar de 21 a 45 días.

El inicio de la menstruación indica que la mujer puede ser embarazada, pero esto no significa que esté preparada biológica ni mentalmente para ello. Las mujeres menores de 18 años que se embarazan ponen en riesgo su vida y la de su bebé.

Cuando una mujer deja de menstruar sin que exista un motivo conocido, debe acudir al médico lo más pronto posible.

Otro cambio importante es el desarrollo de las glándulas mamarias. Éstas se encuentran en la parte anterior del tórax, están rodeadas de tejido adiposo y cubiertas por piel. Su función es la de producir leche durante el periodo de lactancia.

En los hombres, la hipófisis también secreta hormonas que activan los testículos, glándulas sexuales masculinas. Al suceder esto, se presentan cambios en su funcionamiento, empiezan a producir espermatozoides y hormonas (testosterona) que inician la maduración de los órganos sexuales, crece el bigote y la barba, se ensanchan los hombros, crece el pene y la voz se vuelve más grave.

Los testículos producen millones de espermatozoides o células sexuales masculinas, en forma constante. Esto hace posible que un hombre esté en posibilidad de procrear o tener hijos. Pero esto no implica forzosamente que ya se esté preparado para ser padre.

Para procrear una nueva vida además de la madurez biológica de una persona es necesario considerar muchos otros aspectos, individuales y de pareja, que permitan tanto al hombre como a la mujer continuar su propio desarrollo y asumir con responsabilidad la formación de un nuevo ser.

En los seres humanos, la reproducción no es la única función de los órganos reproductores. Estos órganos tienen un importante papel en la manifestación de la sexualidad humana; permiten otras formas de comunicación y relación entre dos personas. Las relaciones sexuales se viven de diferentes formas, la mayoría de las personas las tienen porque se aman, se tienen confianza, o porque experimentan una sensación física y emocional agradable, o porque desean tener hijos.

La decisión de tener relaciones sexuales debe ser un acto de responsabilidad individual y de pareja, ya que en este tipo de relación se involucran aspectos importantes de la vida de una persona, como la salud física, mental y emocional, así como la realización de muchos de sus proyectos de vida.