En ninguna parte sean insolentes con las personas. Hagan sus vidas con tranquilidad y alegría. Tengan mucho respeto a los ancianos afligidos, a las ancianas sufridas; al águila, al ocelote, y a los muchachos, respétenlos; miren con respeto sus pobres ropas.

En donde te encuentres al pobre anciano, sea en el río o en el camino, le dirás: “Padre mío, abuelo mío, tío mío”. Y a la anciana le dirás: “Madre mía, abuela mía sigue caminando con tranquilidad y con alegría y no vayas a caerte en algún sitio”.