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A lo largo de la vida, el desarrollo y la expresión
de la sexualidad van muy ligados a los sentimientos que desarrollamos
hacia las demás personas y hacia nosotras mismas, junto,
con nuestra idea de quiénes somos, es decir, con nuestra
identidad. Por esto es importante ver cómo desde la infancia
hasta la edad madura y la vejez, se entrelazan la identidad, la
sexualidad y los sentimientos o afectos. |
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I. Desde los primeros meses y hasta los dos o
tres años.
A. La identidad de género. |
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Cuando una criatura nace, lo primero que la madre
pregunta es si está bien, y después si es niña
o niño. La doctora mira sus órganos genitales, que
todavía son muy pequeños y a veces poco definidos,
decide y anuncia lo que es: a esto se le llama asignación
de sexo. Podría haberse equivocado porque a veces los
órganos internos y las hormonas no corresponden a lo que
aparece externamente. Sin embargo, una vez que los padres y la familia
piensan que la criatura es niña o niño se relacionan
con ella o con él de una manera distinta en cada caso. Para
cuando alcanza los dos años, la criatura sabe lo que es,
niña o niño. Esta es la identidad de género.
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¿Qué aspectos influyen para que
se forme ese saberse niña, saberse niño, al mismo
tiempo que la forma de ser, masculina o femenina, que en nuestra
sociedad acompañan el ser una u otro? |
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En primer lugar, la gente, y sobre todo la familia,
tratan a los bebés de manera distinta desde el principio
de su vida. Las criaturas aprenden lo que son porque se les asignan
nombres; se les ponen distintos vestidos y ropa, por lo largo del
cabello, o por otras formas externas. Para los dos años de
edad los chiquitos pueden decir “yo soy niña”
o “yo soy niño”, aunque todavía no hayan
descubierto o no le den importancia a la diferencia entre sus órganos
genitales. |
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"Desarrollo de la identidad y la sexualidad",
en Sobre el cuerpo y nuestra identidad. México, , Comunicación,
Intercambio y Desarrollo Humano Integral en América Latina (CIDHAL), 1992. . |
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