|
Pablo Neruda
 ómo
arreglármelas para parecer mal y quedar bien? Es como cuando uno se mira
al espejo (o al retrato) buscándose el ángulo bello (sin
que nadie lo observe) para constatar que sigue siendo uno mismo siempre.
Algunos se plantan de soslayo, otros imprimirán la verdad de lo
que quisieron ser, otros se preguntarán: ¿cómo soy?
Pero la verdad es que todos vivimos atontándonos, acechándonos
a nosotros mismos, declarando sólo lo más visible, escondiendo
la irregularidad del aprendizaje y del tiempo.
Pero vamos al grano.
Por mi parte soy o creo ser duro de nariz, mínimo de ojos, escaso
de pelos en la cabeza, creciente de abdomen, largo de piernas, ancho de
suelas, amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos,
confuso de palabras, tierno de manos, lento de andar, inoxidable de corazón,
aficionado a las estrellas, mareas, maremotos, admirador de escarabajos,
caminante de arenas, torpe de instituciones, chileno a perpetuidad, amigo
de amigos, mudo para enemigos, entrometido entre pájaros, maleducado
en casa, tímido en los salones, audaz en la soledad, arrepentido
sin objeto, horrendo administrador, navegante de boca, yerbatero de la
tinta, discreto entre los animales, afortunado en nubarrones, investigador
en mercados, oscuro en las bibliotecas, melancólico en las cordilleras, incansable
en los bosques, lentísimo de contestación, ocurrente años
después, vulgar durante todo el año, resplandeciente con
mi cuaderno, monumental de apetito, tigre para dormir, sosegado en la
alegría, inspector del cielo nocturno, trabajador invisible, desordenado
persistente, valiente por necesidad, cobarde sin pecado, soñoliento
de vocación, amable de mujeres, activo por padecimiento, poeta
por maldición y tonto de capirote.1
1 La enseñanza del español en la escuela secundaria, Lecturas, Primer nivel, Programa Nacional de Actualización Permanente,
SEP, México, 1995, pp. 183. |
|