odos los días leemos en los periódicos y escuchamos en el radio o en la televisión, noticias acerca de las guerras en diversas partes del mundo que acaban con poblaciones enteras; acerca de la lucha de muchos por mantener un derecho; sobre la violencia en las ciudades; sobre los miles de personas que mueren por la falta de alimentos. Estas noticias nos están indicando el grado de violencia que nos rodea.
Probablemente hemos sido testigos de algún tipo de violencia muy cerca de nosotros, en nuestra comunidad o barrio, o hemos sido víctimas de la violencia, o nosotros hemos sido los violentos cuando le gritamos a otra persona, la insultamos, la amenazamos o la golpeamos.
Aunque se expresa de muchas maneras, la violencia es cualquier acto que atenta contra los derechos, la voluntad y la integridad física y emocional de las personas, o que afecta sus relaciones sociales.



Sin embargo, cuando se dan conductas agresivas dentro del hogar, que dañan el cuerpo, alteran las emociones, el bienestar personal o la libertad de cualquiera de los integrantes de la familia, ¡sí existe violencia!, se llama violencia intrafamiliar.
Este tipo de violencia se manifiesta principalmente de los hombres adultos hacia las mujeres en primer lugar y, en segundo, hacia los niños, los ancianos y las personas con alguna discapacidad física o mental. Cuando es la mujer quien agrede, la violencia la dirige principalmente hacia sus hijos e hijas.
Las formas que puede tomar la violencia dentro del hogar son muchas, por ejemplo:

  • Acciones aparentemente sin importancia como empujones, golpes en el cuerpo, en la cara, en la boca, en la cabeza; golpes en el vientre durante el embarazo, encierro forzoso, encadenamiento o privación de alimentos. Es violencia física.
  • Gritos, insultos y amenazas de golpes o castigo. Es violencia verbal.
  • Indiferencia, amenazas de separación o abandono, de causar daño a los hijos o seres queridos, actitudes de desprecio, limitación del gasto para cubrir las necesidades más elementales, ofensas acerca del cuerpo y humillaciones. Es violencia psicológica o emocional.
  • Abuso o acoso sexual, es decir, desde tocamientos, miradas, caricias que quien recibe no desea… Es violencia sexual.

Lo que hay que tener en cuenta es que la violencia, sea cual sea la forma en que se manifiesta, siempre tiene consecuencias. Éstas pueden ser sobre la salud física y mental, o sobre el bienestar material de la familia. Quienes viven la violencia, al mismo tiempo que sufren consecuencias sobre su salud física, también ven disminuida su autoestima; su capacidad para relacionarse con otras personas; su confianza en sí mismos y en los demás, y su creatividad.
Los niños y las niñas se vuelven tristes y agresivos, no pueden asumir responsabilidades dentro de la familia o en la escuela, no se asean, no estudian, no son respetuosos, se van refugiando en amistades que tienen conductas peligrosas para ellos mismos y reprobadas por la ley como el alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia. Además, esos niños y niñas se van convirtiendo en los futuros agresores de sus hijos, porque es la única manera que conocen de convivir y de relacionarse.
También dentro de las consecuencias más frecuentes están la desintegración de la familia y la huida de los niños y de las niñas del hogar, entonces toman la calle como casa y son víctimas de nuevas formas de violencia, esta vez por parte de las autoridades o de las personas que tienen rechazo por ellos.