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Irma Mercedes Ek Huchin
(leyenda)
 xistió
en mi pueblo un personaje que, buscando emociones, se dedicaba a asustar
a la gente; le habían puesto por nombre el Huay Oso.
Cierto día se encontraba un grupo de personas a las puertas del
mercado comentando que la noche anterior el Huay Oso había pasado
por la calles gritando y dejando un olor horrible y cuando salieron a
ver lo que ocurría, se encontraron con los cuerpos de muchos perritos
que estaban muertos y con las cabezas destrozadas. Al ver los animales
muertos, los vecinos corrieron a sus casas, trancaron puertas, aseguraron
ventanas y hasta los huecos más pequeños los taparon con
el temor de que el Huay Oso pudiera entrar a destrozar a los habitantes
de las casas.
Todos los días era lo mismo, toda la gente desde temprano aseguraba
sus casas temiendo al Huay Oso.
Cierta noche, un grupo de jovencitos cansados del Huay Oso, decidieron
espiarlo, siguieron sus pasos y descubrieron que su escondite era el campo
deportivo.
A la noche siguiente, los jóvenes desde temprano entraron en el
campo esperando que apareciera el Huay Oso y así, esperando, fueron
pasando las horas hasta que llegó la media noche; todos estaban
asustados por la hora que era y el Oso no aparecía; de pronto escucharon
un grito horrible, algunos jóvenes salieron corriendo, otros se
desmayaron del susto, otros entraron en las casas cercanas al campo. Al
día siguiente los padres de los muchachos al saber que sus hijos
estuvieron cerca de las garras del engendro, decidieron acabar con esa
pesadilla, se pusieron de acuerdo en ir armados, unos con rifles, otros
con trancas, otros con tirahules, otros con machetes y dispuestos a acabar
con el animal.
Un muchacho pensando que a las once pasaba el Huay Oso quiso llegar temprano
a su casa, se despidió de sus amigos y al pasar por una calle oscura
se encontró con una sombra negra, pero pensando que era un borracho
no le dio importancia. Al llegar a su casa le dijeron que Huay Oso había
golpeado las puertas y salió corriendo gritando por las calles
que el Oso estaba cerca; todos los vecinos salieron a ver lo que ocurría,
pero al revisar los patios encontraron solamente la huellas del animal
y otra vez el mismo miedo, el mismo temor, la gente se había acostumbrado
a guardar a sus perros, gatos y hasta los cerditos que tenían en
sus patios. Mientras algunas personas esperaban al Huay Oso por sus colonias,
éste se aparecía por otras partes haciendo de las suyas
asustando a la gente, destrozando a sus animales y gritando horriblemente.
Parecía que esa pesadilla no terminaría nunca y ahora todos
los habitantes salían armados a las calles esperando al Huay Oso;
algunas señoras salían con escobas, sartenes y cucharas
decididas a acabar con él, y éste, sabiendo que su vida
peligraba decidió huir y al amanecer, en un patio cercano al crucero,
encontraron el traje del Huay Oso, los guantes, las garras, la máscara
y la peluca. Ahora la gente del pueblo vive tranquila y feliz, segura
de que el Huay Oso no regresará nunca. Esto vengo a contar.
Cuentos, leyendas y relatos de mi comunidad,
Mérida, INEA, Yucatán, México, 1996, pp. 32-33.
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