Obras teatrales contemporáneas

Disfruta a través de la lectura de la siguiente obra.

Introducción

El Instituto Nacional para la Educación de los Adultos en coordinación con la SEP llevó a cabo una recopilación de obras teatrales que permitieran mostrar al público la puesta en escena de diversos temas de interés social. Para ello, realizó la Antología Juguetería teatral, de la cual se tomó la obra que estás por leer.

Reseña

Esta obra da cuenta de las vivencias de una pareja campesina donde predomina la autoridad femenina. El autor pone en Personajes animales las palabras y personalidades humanas que descubren la codicia, el oportunismo, la intriga, la pereza, entre otras. Todo empieza un día común al medio día, cuando el peluquero, listo para alimentarse recibe la visita de un cliente que desea el corte de su cabello. Ante la insistencia de la mujer accede a trabajar y durante este acto descubre el gran secreto de su cliente. Ante la amenaza de muerte si no guarda el secreto, lo descarga en un cántaro, quien posteriormente lo difunde.

Cuando leemos teatro, echamos a volar la imaginación, pero cuando hacemos teatro, es decir, cuando representamos las obras de teatro, ponenos en marcha nuestro ingenio, desarrollamos la creatividad, promovemos la convivencia y coadyuvamos a la diversión de las otras personas.

 

Jorge Ibangüengoitia

Nació en el estado de Guanajuato en el año de 1928. Escritor y periodista mexicano, considerado uno de los más agudos e irónicos de la literatura hispanoamericana y un crítico mordaz de la realidad social y política de nuestro país.

Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.Su obra abarca novelas, cuentos, piezas teatrales, artículos periodísticos y relatos infantiles. Algunas de estas obras se han llevado a la pantalla. En el terreno del cuento publicó La ley de Herodes (1976). Entre sus piezas teatrales destacan Susana y los jóvenes (1954), Clotilde en su casa (1955) y El atentado (1963). Murió trágicamente en un accidente aéreo en Madrid, España, en el año de 1983.

(Teatro campesino)

PERSONAJES:

Urraca

QUIQUIRIQUÍ:,

Gavilán,

Rey,

Cántaro,

Mujer.

(La decoración consiste en un telón de fondo, liso y de color claro, a la izquierda hay una entrada; cerca del telón y en el centro está una silla que es la del barbero. Entre la silla y la entrada hay unas ollas, cazuelas y un cántaro. Al frente izquierda, un metate y un comal sobre unas piedras, figurando un fogón. Cerca hay una fila de mazorcas mal dadas. Al correrse el telón, Urraca está moliendo masa. Es una mujer de peso completo y de gesto autoritario. Viste de otomí. Don QUIQUIRIQUÍ:, su marido, entra en ese momento. Es un hombre pequeñito, como la cuarta parte en volumen de su mujer. Es nervioso y tímido. Lleva las manos en el vientre y hace gestos de dolor).

¡Leamos teatro!

Para presentar ante un auditorio una obra teatral se necesita que actores y actrices ensayen muchas veces su personaje para que la obra transmita al público el mensaje que requiere; es decir, haga ponerse al espectador en el lugar del actor, para que viva el ambiente y la trama de la obra. Te invitamos a vivir el teatro.

Instrucciones

¿Qué pasa? ¿Te duele la barriga?
No.
¿Te pateó la burra?
Ni me duele la barriga, ni me pateó la burra, lo que pasa es que ya es medio día.
Sí, ya es medio día, ¿y qué tiene?
(Suplicante) Urraca, mujer, mira que me estoy muriendo de hambre.
(Indiferente) No piensas más que en tragar.
(Desesperado) Todos los días me haces lo mismo, mujer, ¿cómo puedes ser tan despaciosa? Ya me estoy muriendo de tanta hambre que tengo.
Por mí muérete, no sirves ni para trabajar, ni para nada.
(Ofendido) ¿Cómo puedes decir eso? Me paso todo el día con la yunta, y tú no quieres ni echarme mis gordas, por estar platicando con las vecinas.
(Montada en cólera y preparándose en jarras) ¿Y tú qué te metes en lo que yo hago? ¡Grandísimo animal! ¿No te gustó?
(Conciliador) No, mujercita, no he dicho nada, si eres una esposa dulce como un melón.
Entonces, ¿qué quieres?
Quiero comer; mujer, tengo la barriga vacía.
Si la tienes vacía llénatela de agua, pero no estés llorando como una vieja.
Ay, mujer, ¿cómo quieres que me llene la barriga de agua? Si lo que tengo es hambre.
Pues te la llenas de agua porque a mi se me da la gana. (Coge la mano del metate y lo amenaza, QUIQUIRIQUÍ se hinca y empieza a sacar agua del cántaro con una jícara).
Perdón... Perdón.
(A gritos) ¡A llenar la barriga de agua, para que no se queje de que la tiene vacía! (QUIQUIRIQUÍ: empieza a sacar agua y bebérsela, vacila entre jícara y jícara. Urraca levanta la mano y le grita: "que se llene la panza". QUIQUIRIQUÍ: después de tres jícaras dice en tono lastimero).
Ya no me cabe.
¡Que se llene la panza!
(Tomando a fuerza agua) Ya no me cabe.
¡Que se la tome le digo! ¡Obedezca a su mujer!
(Toma otra más. Suplicante) Ya hasta quiero reventar mujer, ya estoy como pellejo de pulque.
(Ensordecedora) ¡Tómese otra! (Don QUIQUIRIQUÍ: a punto de obedecer, cuando aparece por la entrada el señor Gavilán, es un hombre muy próspero, viste como campesino, pero muy limpio y elegante; está muy gordo).
¡Buenos Días! (Don QUIQUIRIQUÍ: escupe toda el agua que está bebiendo y se levanta, su mujer contesta amable).
¡Buenos días!, don Gavilán, ¿dónde ha estado?
Buenos días, doña Urraca, ¿Cómo le ha ido? Buenos días don QUIQUIRIQUÍ:.
Buenos días.
Venía a pedirle de favor a doña Urraca que le diera permiso a su marido don QUIQUIRIQUÍ: de que me cortara el pelo y las barbas, porque mañana es la boda de mi hijo y quiero estar muy elegante.
Viera usted, don Gavilán, que como ando en el barbecho, no tengo tiempo.
(Grito) ¡Claro que sí tienes tiempo! Eres el hombre mas flojo que hay en el rancho, y por eso es que me tienes tan encuerada y muerta de hambre. (A don Gavilán). Sí le doy mi permiso don Gavilán, ahora lo rasura.
(Humilde) Como tú quieras mujer.
¡ándele menso, a rasurar a don Gavilán! (Don Gavilán pone el sombrero  en el suelo y se sienta, mientras QUIQUIRIQUÍ: saca los útiles de una olla. Don Gavilán llevará una peluca de fibra de lechuguilla que será cortada realmente durante la escena. Urraca se pone a moler nixtamal).

Reflexiona:

¿Cómo te fue en el ensayo de tu personaje?

¿Qué se requiere para acloparte con los otros personajes en la lectura de los diálogos y "meterte" en el personaje que representaste?

Continúa la lectura de la obra. Recuerda:

Sigue considerando las recomendaciones.

Imagina las emociones y sensaciones de los Personajes.

Recrea los ambientes en los que se desenvuelven los Personajes.

¡Disfruta el final de la obra y compártelo con otras personas!

¿Con que ya mañana se le casa el hijo?
Mañana se me casa, doña Urraca, ayer fueron las presentaciones.
¿Y va a traer música, don Gavilán?
Tres músicas, una de viento y dos de cuerda; y matamos diez borregos para hacerlos barbacoa, y diez tinajas de pulque, y treinta cartones de cerveza, y dos puercos para hacer carnitas, y ya tengo ocho mujeres echando tortillas y cinco cazuelas de arroz, y veinte guajolotes para hacer el mole, y a mi hijo le voy a regalar dos yuntas y dos fanegas de tierra para que las trabaje, y su casa, y el caballo comprado colorado  que ganó todas las carreras, y a la novia le di un vestido de seda azul, y a sus papás les regalé una vaca, y  al padre que venga a casarlos le voy a dar diez gallinas gordas, yo me compré un sombrero nuevo y mis huaraches de suela, ¿qué le parece?
(Asombrada). Ay señor Gavilán. ¿De dónde saca usted dinero para tanta cosa? Si usted era tan pobre como nosotros. Con razón toda la gente  dice que se encontró un entierrito.

Reflexiona:

¿Qué contestará Gavilán?

¿Cómo crees que obtuvo su dinero?

(Despectivo) No, ¡que entierrito! Lo gané con mi trabajo, la gente que espera entierritos muere esperándolos.
Pues el bueno de mi esposo está esperando un entierrito desde que nos casamos, para comprarme unos huaraches. Y de esto ya hace veinte años.
(Protestando) ¡Ay mujer no digas eso! Yo bastante hago con trabajar lo que trabajo, y con sudar lo que sudo. Somos pobres porque han sido muy malos todos estos últimos años. Entre lo que me deja la tierrita y lo que me gano haciendo la rasura, nos vamos apenas manteniendo.
Mire ya nada más lo que nos queda de la cosecha. (Señala las mazorcas). Apenas estamos en febrero y ya se nos acabó el rastrojo para la yunta y desde ahora empezaremos a endrogarnos y cuando venga la cosecha ya lo debemos todo.
Pero hombre QUIQUIRIQUÍ: ¿Por qué están ustedes tan pobres? Es cierto que en estos años se han perdido todas las milpas, pero yo tengo donde aguantar porque voy guardando de los años buenos para los malos. Además tú le haces el pelo al rey y algo te ha de quedar.
Viera usted don Gavilán, que el rey no ha venido desde hace mucho, como cosa de seis meses, y hacerle el pelo era una de mis entradas, porque cada vez que venia  me daba cincuenta pesos.
(Asombrado).  ¡Cincuenta pesos!
Cincuenta pesos y venía cada quince días
¿Pero para qué quieren entierrito, teniendo al rey?
Urraca se bebía los cincuenta pesos de pulque en una semana y cuando venía el rey, ya quería más.
(Ultrajada). Tú te bebías la mitad del pulque, sinvergüenza.
(Explicándose todo). Pues por eso están tan pobres.
No don Gavilán, ha sido la mala suerte; ya ve que la tierrita es muy mala, es una ladera y apenas se retiran tantito las aguas y se me seca la milpa. Luego que está tan llena de zacate y en agosto no se sabe si es milpa o zacatal. Además, no hemos encontrado ningún entierro como usted.

Reflexiona:

¿Qué crees que haga Gavilán para tener dinero?

(Impaciente). Yo no he encontrado ningún entierro. Todo lo que tengo es de mi trabajo, y buen trabajo que me ha costado, pero gracias a Dios, ya tengo dinero para casar a mis hijos y para vivir tranquilo durante muchos años.
Don Gavilán, dígale a mi esposo QUIQUIRIQUÍ: cómo le hizo para tener tanto dinero, porque ya estamos muy endrogados.
¿Le prendió una vela a San Isidro?
No
¿Hizo una brujería?
No. Es cierto, mucho le hemos pedido a Dios mi mujer y yo, pero Dios ayuda a quien se ayuda. Todo empezó con que un ingeniero me regaló un costalito  de semilla de trébol en la milpa a la hora de asegundar, y cuando tumbe la milpa, lo dejé ahí, ni lo corté ni nada. Luego barbeché con todo el trébol y quedó enterrado, bien  podrido y seco. Pues ese trébol me sirvió de abono y ese año saque la mejor cosecha que las anteriores. Los tres años siguientes fui haciendo lo mismo, y mira que mi tierra, que era muy cascajuda, fue haciéndose negra poco a poco y después aguantaba mojada más tiempo que todas las milpas de junto. Ahora ya tengo cuatro tierras, y en dos de ellas corto el rastrojo y en las otras dos nada más la mazorca y barbecheo sobre el rastrojo y así se pudre y va sirviendo de abono y cada año me va mejor. Además le echo toda la basura de mis corrales, en vez de quemarla y cada vez me da mejor cosecha. Eso sí, nunca dejo de rajar y cruzar antes de la siembra y después escardo y asegundo porque si no trabajas la tierra, así le puedes echar polvos de la madre Celestina, que no sacarás nada.

Reflexiona:

¿Cómo crees que reaccione Urraca?

(Reprendiendo a QUIQUIRIQUÍ:) ¡Ya ves inútil! Tú ni barbecheas, ni asegundas, ni echas abono en la tierra, por eso me tienes tan encuerada y muerta de hambre, ¡flojo!
(Conciliador) Es que no sabía, doña Urraca, pero ahora que ya sabe no le va a ir tan mal ¿Verdad don QUIQUIRIQUÍ:?
(No convencido) Sí, sí, ya no me va a ir tan mal. (Termina de rasurar a don Gavilán. Éste saca un rollo de billetes).
¿Cuánto le debo, don QUIQUIRIQUÍ:?
Serán dos reales.
Que sean tres don Gavilán.
Tenga un peso para que se tome un pulque a mi salud y mañana no dejen de ir a la boda. No se les vaya a olvidar.
No se nos olvida. (Mira codiciosa el billete de su marido. Don Gavilán toma su sombrero preparándose a salir).
Que pase buen día, doña Urraca.
Que pase buen día, don Gavilán.
Que pase buen día, don QUIQUIRIQUÍ:.
Que pase buen día, don Gavilán.(Don Gavilán sale, doña Urraca extiende la mano).
Da acá ese peso, lo necesito para frijoles.
Hey, Urraca déjame aunque sea tres reales.
Dacá ese peso, lo necesito para maíz.
Ay Urraca, déjame aunque sea dos reales.
Dacá ese peso, lo necesito para pulque, (Insinúa). Te doy.
Ay Urraca, yo ya no quiero ni pulque, no ves que tengo la panza llena de agua.
Entonces dacá ese peso.

(Se lo quiere arrebatar, QUIQUIRIQUÍ: no se deja y le dan una trompada que lo deja tirado en el suelo patas para arriba y con los brazos en cruz. Urraca coge un jarro y sale muy contenta. Tres o cuatro segundos después regresa corriendo y trata de revivir a su marido). QUIQUIRIQUÍ: despierta, despierta, que el rey viene derechito acá y se ha de querer hacer el pelo; despierta esposo mío. Mira que te quiero mucho y no volveré a pegarte, mi gorrión despierta, despierta mi gorrión; no te volveré a pegar. Te lo juro mi gorrión. Despierta mi gorrioncito precioso. (Pierde la paciencia y le da una ruidosa bofetada, gritando). ¡Despierta menso!

(Despertándose se incorpora en estado deplorable): Quiubo, quiubo. (Cuando ve a su mujer frente a él, vuelve a desmayarse).
¡Que viene el rey a hacerse el pelo!

(QUIQUIRIQUÍ: se levanta rápido y en pleno uso de sus facultades prepara una jícara de la que sale una increíble cantidad de espuma. Urraca arregla la silla del barbero, hace que limpia algunas cosas en desorden. Entra el rey con un sombrero gigantesco, con plumas rojas. Urraca y QUIQUIRIQUÍ: se desploman en el suelo y hacen salmas. El rey adusto y de pocas palabras).

Buenos días, QUIQUIRIQUÍ:.
Buenos días, rey.
Buenos días, su Majestad.
Vine a ver a tu marido, así que lárgate.
(Mansa paloma) Sí, su Majestad, como usted ordene y mande (Sale).
Perdone la pregunta, su Majestad, ¿pero por qué trae ese sombrero tan grandote?
Ay QUIQUIRIQUÍ:, algo muy feo me ha sucedido, por eso no había venido a hacerme el pelo en tanto tiempo, tú vas a ser el único que sepa lo que me ha ocurrido, pero si se lo cuentas a alguien te juro que te corto las orejas. Éste es un secreto que sólo tú y yo sabremos.
(Tembloroso) Mejor ni me lo cuente rey.
Lo tienes que saber, porque no hay más remedio. Mi mujer me echó de la casa y me dijo que no volviera hasta que no me hiciera el pelo, y por eso vas a tener que conocer mi secreto. Pero si alguien más se llega a enterar, mando que te maten y después te cuelguen de mi mezquita. Júrame QUIQUIRIQUÍ: que a nadie se lo vas a contar.
Si no hay más remedio, lo juro rey.
Bueno, tu silencio será bien pagado, y te quedaré eternamente agradecido, vuelve a jurar.
Se lo juro, rey.

Reflexiona:

¿Qué le pasará al rey?

¿Cuál será el secreto?

Ahí te va.

(El rey se quita el sombrero trabajosamente y con cuidado, dejando al descubierto una melena que tiene efectivamente seis meses, y parece fibra de lechuguilla, entre tanto cabello se ven salir dos cuernos enormes, entre de diablo y chivo, largos y torcidos).

(Horrorizado). ¡Válgame María Santísima, que cosa tan terrible le ha sucedido a usted, rey! Hasta quiero desmayarme. (Se detiene de la silla).
(Tranquilizador). No te espantes, QUIQUIRIQUÍ:, hazme el pelo y guarda el secreto. (El rey se sienta en la silla del barbero. Recordemos que será una rasurada de rey, así que tendrá que ser pródiga en jabón. QUIQUIRIQUÍ: habla en confianza al público, mientras el rey espera sentado majestuosamente).

Reflexiona:

¿Qué crees que haga QUIQUIRIQUÍ: con el secreto del rey?

Santísimo Señor de Jalpa, dame fuerzas para que no diga esto que he visto a nadie; que no se me salga delante de mi mujer; que no se lo diga mientras esté dormido. ¡Santísimo Señor de Jalpa, ayúdame a salir de este atascadero! (Con la espuma de la jícara llena al rey de pies a cabeza. El rey permanece inmóvil como la estatua del Comendador. Luego, con tijeras enormes, corta el pelo y barba hábilmente. Por fin, echa un cántaro de agua en la cabeza para quitarle la espuma sobrante, luego lo seca con huipil, hace esto con naturalidad). Rey, está usted servido. (El rey se levanta majestuoso, se pone sombrero, saca unas monedas).
Toma dos monedas de oro para que vivas feliz unos días, cuando se te acabe ven a verme y te daré más, pero a condición de que no digas a nadie lo que has visto en mi cabeza. Si no guardas el secreto de mis cuernos, no te daré dinero y te mandaré matar. ¿Entendido?
Entendido rey, gracias, gracias, muchísimas gracias. Que pase buen día, rey.
(Saliendo) Que pases buen día, QUIQUIRIQUÍ:.
(Saltando). ¡Soy rico! ¡Soy rico! (Esconde una moneda en el cántaro y otra en la camisa). Mi mujer creerá, que sólo me dieron una moneda y con la otra podré comprar lo que se me antoje.
(Entra corriendo). Dacá el dinero.
(Actuando). ¿Cuál dinero? (Urraca hace movimiento para golpearlo, QUIQUIRIQUÍ: le quiere dar la moneda de la camisa; ella mira la moneda).
¡Una moneda de oro! ¡Nunca habíamos tenido tanto dinero! (Feliz). Me voy a comprar un rebozo y unas enaguas y una camisa y un huipil.
Y una fanega de maíz.
Y una tinaja de pulque.
Y yo un sombrero.
Y yo un vestido de seda azul. Como el de la novia.
Y yo, un caballo colorado.
Y yo, zapatos como los de la reina.
¡Somos ricos, Urraca, somos ricos! (Danzan una polka, con música de fondo. Cuando termina, ella pregunta).
(Sospecha). ¿Y por qué te dio tanto dinero el rey, mi gorrioncito?
(Cayendo de las nubes) Este... porque... tenía ya mucho pelo y me costó mucho trabajo rasurarlo.
¿Y por qué no había venido antes, gorrioncito?
Porque... porque... estaba enfermo y... le hacía daño... (Feliz del pretexto).
¿No le habrás robado tú el dinero gorrión?
(Digno). ¿Cómo puedes creer que yo iba a robar al rey?
¿Estás seguro, que no fuiste tú el que le quitó el dinero gorrión?
(Exasperado) Seguro, Urraca, él me lo dio.
¿Pero por qué te dio tanto dinero?
Te diré la verdad. (Piensa un momento y luego sonriente). No me regaló el dinero, sino que....
No se lo robé, me pagó un dinero que me debía.
(Burlona) ¿El rey te debía dinero, gorrión? ja ja ja.
Es que le vendí...
¿Qué le vendiste gorrión? Si no tienes nada.
Entonces este... el rey me lo dio porque mañana es el día de mi santo... San QUIQUIRIQUÍ:, ¡Sí, el veinte de febrero!
(Meditando) ¿Es tu Santo? ¿Mañana...? Bueno, me has contado tantas mentiras que no te voy a comprar sombrero, voy a avisar a mis compadres que ya somos ricos. (Sale muy orgullosa. QUIQUIRIQUÍ: queda solo y se tapa la boca precipitadamente, luego empieza a brincar muy angustiado durante lo siguiente).

Reflexiona:

¿Por qué consideras que QUIQUIRIQUÍ: ocultó la segunda moneda de oro?

¿Qué hará QUIQUIRIQUÍ: con el secreto del rey?

No voy a poder aguantar sin decirle a nadie que el rey tiene cuernos. No voy a poder aguantar. Lo voy a tener que decir, lo tengo que decir. (Su molestia es mayor, hace esfuerzos para contener algo que se le quiere salir de la boca). Lo voy a tener que decir... ¡El rey... (Se tapa la boca danza nervioso). Lo tengo que decir, no aguanto ¡El rey tiene... (Se tapa la boca. Repite la operación tres veces hasta que se detiene confortado por una brillante idea que se le ha ocurrido). ¡Lo diré! ¡Se lo diré al cántaro y lo taparé! Sí, sí, sí. Así nadie lo sabrá, y yo ya estaré tranquilo.

(QUIQUIRIQUÍ: se hinca y se emboca el cántaro, y grita con todas sus fuerzas). ¡El rey tiene cuernos! ¡El rey tiene cuernos! (Tapa apresurado el cántaro, con un tapón de rastrojo o de penca de nopal y se desploma, como un hombre que ha salido de un gran apuro. Entra la Urraca y entra a verlo tapando el cántaro, grita).

¡QUIQUIRIQUÍ! ¿Qué escondes ahí, ladrón?
(Asustadísimo): ¿Yo? Nada... nada.
Dime qué escondes ahí... (Amenazadora). Dime qué escondes ahí.
Te digo que no escondo nada, güilotita. (Urraca se acerca al cántaro y quita el tapón para ver que esconde, entonces se oye la voz ahogada y burbujeante del cántaro).
(Gritando) ¡El rey tiene cuernos! (Urraca cae espantada. QUIQUIRIQUÍ: se tapa los oídos atemorizado, el cántaro repite el grito a intervalos regulares. Llegan varias mujeres y se paran alrededor del cántaro absortas, mientras éste sigue gritando a voz en cuello "El rey tiene cuernos". Entra otra mujer apuradísima).
¡El rey! ¡Viene el rey para acá! ¡Y trae un cuchillote!

Reflexiona:

¿Qué hará el Rey a QUIQUIRIQUÍ: ahora que ya conocen su secreto?

(Todas las mujeres salen corriendo por la puerta. QUIQUIRIQUÍ: se prepara para morir. Urraca sigue hecha una idiota. Entra el rey provisto de enorme y reluciente espada y empieza por querer degollar a QUIQUIRIQUÍ:, pero grita el cántaro "El rey tiene cuernos". Entonces quiere romper el cántaro. Grita Urraca "El rey tiene cuernos". Uno en cada extremo de la habitación. El rey va de un lado para otro, queriendo matar, pero no decide por donde empezar. Por fin rompe el cántaro y la moneda guardada ahí rueda por la habitación. Urraca, al verla, se pone furiosa con QUIQUIRIQUÍ: y se le echa encima queriéndolo golpear).

¡Con que escondiendo dinero! ¡Ladrón! ¡Tacaño!

(Cuando empiezan a luchar se dan cuenta de que abrazados el rey los va a degollar de un golpe y lo miran aterrorizados. El rey se prepara para usar su espada, pero entonces entran todas las mujeres, cogidas de la mano y don Gavilán; y bailan cantando todos "El rey tiene cuernos". El rey queda hecho un idiota en medio del círculo. Mientras todos bailan a su alrededor cantando "El rey tiene cuernos", Urraca y QUIQUIRIQUÍ: se unen a la danza, mientras baja lentamente el telón).

fin

Reflexiona:

¿Consideras que esta obra, en la que los Personajes son animales, pueda ser representada por personas?

¿Cómo se llamó la obra?

Continúa con la Actividad 2, del tema 3, de la Unidad 4.