Obras teatrales contemporáneas

Disfruta de esta trágica historia de amor, a través de la lectura del fragmento de la obra.

Introducción

Bodas de sangre es un poema trágico del escritor español Federico García Lorca escrito en 1932. Se estrenó el 8 de marzo de 1933 en el Teatro Beatriz, en Madrid, y fue llevado al cine en 1981.

Es una producción poética y teatral que se centra alrededor de un sentimiento trágico. Va desde la vida y la muerte, a lo antiguo y lo moderno, en la manera de ver la tragedia. Todo ello englobado en un paisaje andaluz trágico y universal. El tema principal que se trata en este gran drama es la vida y la muerte. Pero de una manera especial, en la que figuran mitos, leyendas y paisajes que sobrecogen al lector, introduciéndole en un mundo sombrío de amores y desamores, que derivan en los celos, la persecución, y como trágico final, la muerte. Refleja al amor como la única fuerza que puede vencer a la muerte.

Reseña

Aparece un novio, dirigiéndose a su madre y pidiéndole el consentimiento para su boda con La Novia, quien a los ojos de La Madre no es una buena chica. Sin embargo, la petición de su hijo termina por convencerla y cuando la van a pedir el padre de ella trata de sacar el mayor provecho de la riqueza de éstos.

Cuando se casan, La Novia huye con Leonardo (un antiguo novio, ahora esposo de su prima), La Madre confirma sus sospechas y le dice a su hijo que salve su honor, al hacerlo mata a Leonardo, pero también Leonardo le da muerte al Novio.

Finalmente, La Novia se presenta al funeral y La Madre la corre.

 

Federico García Lorca (1898-1936)

Poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en las artes. Adscrito a la llamada generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo pasado. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español. El teatro de Lorca es uno de los más importantes en castellano en el siglo XX. Es un teatro poético, en el sentido de girar en torno a símbolos medulares (la sangre, el cuchillo o la rosa), desarrollarse en espacios míticos o de un realismo trascendido, y encarar problemas sustanciales del existir.


Reflexiona:

A partir del título, ¿de qué crees que trate esta obra de teatro?

¿Cómo crees que inicie la obra?

TRAGEDIA EN TRES ACTOS Y SIETE CUADROS

PERSONAJES

  1. LA MADRE
  2. LA NOVIA
  3. LEONARDO
  4. EL NOVIO
  5. LA SUEGRA
  6. EL PADRE DE LA NOVIA
  7. LA MUJER DE LEONARDO
  8. MOZOS
  9. LA MUERTE (como mendiga)
  10. LA LUNA
  11. LA CRIADA
  12. LA VECINA
  13. LEÑADORES
  14. MUCHACHAS

ACTO PRIMERO

CUADRO I

Habitación pintada de amarillo.

(Entrando) Madre.
¿Qué?
Me voy.
¿Adónde?
A la viña. (Va a salir)
Espera.
¿Quieres algo?
Hijo, el almuerzo.
Déjalo. Comeré uvas. Dame la navaja.
¿Para qué?
Para cortarlas. (Riendo)
(Entre dientes y buscándola) La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las inventó.

Vamos a otro asunto.
Y las escopetas, y las pistolas, y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de la era.
Bueno.

Reflexiona:

¿Por qué crees que la madre piensa así?

Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca, que sale a las viñas o vea a sus olivos propios, porque son de él, heredados...
(Bajando la cabeza) Calle usted.
...y ese hombre no vuelve. O si vuelve es para ponerle una palma encima o un plato de sal gorda para que no se hinche. No sé cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni cómo yo dejo a la serpiente dentro del arcón.
¿Está bueno ya?
Cien años que yo viviera no hablaría de otra cosa. Primero, tu padre, que me olía a clavel y lo disfruté tres años escasos. Luego, tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa tan pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro? No callaría nunca. Pasan los meses y la desesperación me pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo.
(Fuerte) ¿Vamos a acabar?
No. No vamos a acabar. ¿Me puede alguien traer a tu padre? ¿Y a tu hermano? Y luego, el presidio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí comen, allí fuman, allí tocan los instrumentos! Mis muertos llenos de hierba, sin hablar, hechos polvo; dos hombres que eran dos geranios... Los matadores, en presidio, frescos, viendo los montes...
¿Es que quiere usted que los mate?
No... Si hablo, es porque... ¿Cómo no voy a hablar viéndote salir por esa puerta? Es que no me gusta que lleves la navaja. Es que... que no quisiera que salieras al campo.
(Riendo) ¡Vamos!
Que me gustaría que fueras una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos cenefas y perritos de lana.
(Coge de un brazo a la Madre y ríe) Madre, ¿y si yo la llevara conmigo a las viñas?
¿Qué hace en las viñas una vieja? ¿Me ibas a meter debajo de los pámpanos?
(Levantándola en sus brazos) Vieja, revieja, requetevieja.
Tu padre sí que me llevaba. Eso es buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó a un hijo en cada esquina. Eso me gusta. Los hombres, hombres; el trigo, trigo.
¿Y yo, madre?
¿Tú, qué?
¿Necesito decírselo otra vez?
(Seria) ¡Ah!
¿Es que le parece mal?
No.
¿Entonces?...
No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena. ¿Verdad que sí? Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento, sin embargo, cuando la nombro, como si me dieran una pedrada en la frente.
Tonterías.
Más que tonterías. Es que me quedo sola. Ya no me quedas más que tú, y siento que te vayas.
Pero usted vendrá con nosotros.
No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu padre y a tu hermano. Tengo que ir todas las mañanas, y si me voy es fácil que muera uno de los Félix, uno de la familia de los matadores, y lo entierren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí que no! Porque con las uñas los desentierro y yo sola los machaco contra la tapia. [...]
¿Cuándo quieres que la pida?
(Alegre) ¿Le parece bien el domingo?
(Seria) Le llevaré los pendientes de azófar, que son antiguos, y tú le compras...
Usted entiende más...
Le compras unas medias caladas, y para ti dos trajes... ¡Tres! ¡No te tengo más que a ti!
Me voy. Mañana iré a verla. [...]
Anda con Dios. (Vase el NOVIO. La MADRE queda sentada de espaldas a la puerta. Aparece en la puerta una vecina vestida de color oscuro, con pañuelo a la cabeza) Pasa.

Reflexiona:

¿De qué crees que platiquen la madre y la vecina del novio?

¿Cómo estás?
Ya ves. [...]¿Tú conoces a la novia de mi hijo?
¡Buena muchacha!
Sí, pero...
Pero quien la conozca a fondo no hay nadie. Vive sola con su padre allí tan lejos, a diez leguas de la casa más cerca. Pero es buena. Acostumbrada a la soledad. [...] Tu hijo vale mucho.
Vale. Por eso lo cuido. A mí me habían dicho que la muchacha tuvo novio hace tiempo.
Tendría ella quince años. Él se casó ya hace dos años con una prima de ella, por cierto. Nadie se acuerda del noviazgo.
¿Cómo te acuerdas tú?
¡Me haces unas preguntas!...
A cada uno le gusta enterarse de lo que le duele. ¿Quién fue el novio? Vecina: Leonardo.
¿Qué Leonardo?
Leonardo el de los Félix.
(Levantándose) ¡De los Félix!
Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de nada? Él tenía ocho años cuando las cuestiones. [...]

Reflexiona:

¿A qué crees que se refiere cuando dice las cuestiones?

[...] No te opongas a la felicidad de tu hijo. No le digas nada. Tú estás vieja. A ti y a mí nos toca callar.

No le diré nada.
(Besándola) Nada. [...]

¿Sabes que piden a mi prima?
¿Cuándo?
Mañana. La boda será dentro de un mes. Espero que vendrán a invitarnos.
(Serio) No sé.
La madre de él creo que no estaba muy satisfecha con el casamiento. Leonardo: Y quizá tenga razón. Ella es de cuidado.

Reflexiona:

¿Por qué crees que Leonardo dice que es de cuidado?

No me gusta que penséis mal de una buena muchacha.
(Con intención) Pero cuando dice eso es porque la conoce. ¿No ves que fue tres años novia suya?.
Pero la dejé. (A su mujer) ¿Vas a llorar ahora? ¡Quita! (Le aparta bruscamente las manos de la cara) Vamos a ver al niño. (Entran abrazados)
Señora.
¿Qué pasa?
Llegó el novio a la tienda y ha comprado todo lo mejor que había. [...]
(Al hijo) ¿Cuándo queréis la boda?
El jueves próximo.
Día en que ella cumple veintidós años justos. [...]
El azahar te lo voy a poner desde aquí hasta aquí, de modo que la corona luzca sobre el peinado. (Le prueba un ramo de azahar)
(Se mira en el espejo) Trae. (Coge el azahar y lo mira y deja caer la cabeza abatida)

 

¿Qué es esto?
Déjame.
No son horas de ponerse triste. (Animosa) Trae el azahar. (La novia tira el azahar) ¡Niña! ¿Qué castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te quieres casar? Dilo. Todavía te puedes arrepentir. (Se levanta) [...]

Reflexiona:

¿Por qué está triste la novia si se va a casar?

(La besa entusiasmada y baila alrededor)
Que despierte con el ramo verde
del laurel florido.
¡Que despierte
por el tronco y la rama
de los laureles!
(Se oyen unos aldabonazos)
¡Abre! Deben ser los primeros convidados. (Entra la criada abre sorprendida)

¿Tú?

Reflexiona:

¿Quién crees que sea la persona que toca y para qué fue?

Yo. Buenos días. [...]
Dímelo. ¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala choza son casi nada. Esa es la espina.
¿A qué vienes?
A ver tu casamiento.
¡También yo vi el tuyo!
Amarrado por ti, hecho con tus dos manos. A mí me pueden matar, pero no me pueden escupir. Y la plata, que brilla tanto, escupe algunas veces.
¡Mentira!
No quiero hablar, porque soy hombre de sangre, y no quiero que todos estos cerros oigan mis voces.
Las mías serían más fuertes.
Estas palabras no pueden seguir. Tú no tienes que hablar de lo pasado. (La criada mira a las puertas presa de inquietud)
Tienes razón. Yo no debo hablarte siquiera. Pero se me calienta el alma de que vengas a verme y atisbar mi boda y preguntes con intención por el azahar. Vete y espera a tu mujer en la puerta.

Reflexiona:

¿Por qué razón tiene esta actitud la novia?

¿Es que tú y yo no podemos hablar?

(Con rabia) No; no podéis hablar. [...]
(Al padre) ¿Qué es esto? ¿Dónde está tu hija? (Entra la mujer de Leonardo)
¡Han huido! ¡Han huido! Ella y Leonardo. En el caballo. Van abrazados, como una exhalación.
¡No es verdad! ¡Mi hija, no!
¡Tu hija, sí! Planta de mala madre, y él, él también, él. Pero, ¡ya es la mujer de mi hijo!
(Entrando) ¡Vamos detrás! ¿Quién tiene un caballo?
¿Quién tiene un caballo ahora mismo, quién tiene un caballo? Que le daré todo lo que tengo, mis ojos y hasta mi lengua...
Aquí hay uno.
(Al hijo) ¡Anda! ¡Detrás! (Sale con dos mozos) No. No vayas. Esa gente mata pronto y bien...; pero sí, ¡corre, y yo detrás!
No será ella. Quizá se haya tirado al aljibe.
Al agua se tiran las honradas, las limpias; ¡esa, no! Pero ya es mujer de mi hijo. Dos bandos. Aquí hay ya dos bandos. (Entran todos) Mi familia y la tuya. Salid todos de aquí. Limpiarse el polvo de los zapatos. Vamos a ayudar a mi hijo. (La gente se separa en dos grupos) Porque tiene gente; que son: sus primos del mar y todos los que llegan de tierra adentro. ¡Fuera de aquí! Por todos los caminos. Ha llegado otra vez la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el mío. ¡Atrás! ¡Atrás!

Reflexiona:

¿Qué crees que suceda en el enfrentamiento?

La obra teatral Bodas de sangre se estrenó por primera vez en septiembre de 1933 en Madrid. Desde entonces se ha representado varias veces en teatro, cine y televisión. En México, la telenovela Bodas de odio representó esta obra con gran éxito. El cine fue uno de los medios para difundir la famosa obra Bodas de Sangre. En 2005 un actor mexicano ensayaba su papel como Leonardo.

ACTO TERCERO

CUADRO I

Bosque. Es de noche. Grandes troncos húmedos. Ambiente oscuro. Se oyen dos violines. Salen tres LEÑADORES.

¿Y los han encontrado?
No. Pero los buscan por todas partes.
Ya darán con ellos.
¡Chissss!
¿Qué?
Parece que se acercan por todos los caminos a la vez.
Cuando salga la luna los verán.
Debían dejarlos.

Reflexiona:

¿Cómo se enteraron los leñadores de los sucesos?

El mundo es grande. Todos pueden vivir en él.
Pero los matarán.
Hay que seguir la inclinación: han hecho bien en huir.
Se estaban engañando uno a otro y al fin la sangre pudo más.
¡La sangre!

Reflexiona:

¿A qué crees que se refiere al hablar de la sangre?

Hay que seguir el camino de la sangre.
Pero sangre que ve la luz se la bebe la tierra.
¿Y qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella podrida.
Callar.
¿Qué? ¿Oyes algo?
Oigo los grillos, las ranas, el acecho de la noche.
Pero el caballo no se siente.
No.
Ahora la estará queriendo.
El cuerpo de ella era para él y el cuerpo de él para ella.
Los buscan y los matarán.
Pero ya habrán mezclado sus sangres y serán como dos cántaros vacíos, como dos arroyos secos.
Hay muchas nubes y será fácil que la luna no salga.
El novio los encontrará con luna o sin luna. Yo lo vi salir. Como una estrella furiosa. La cara color ceniza. Expresaba el sino de su casta. [...]
Déjame llorar contigo.
Llora. Pero en la puerta. (Entra la niña. La novia queda en la puerta. La madre, en el centro de la escena)

¡Vamos a leer poesía! Para transmitir al público las emociones de los actores a través de la poesía necesitamos practicar, la mejor forma de hacerlo es mediante la lectura en voz alta y la posibilidad de grabarla varias veces para darnos cuenta de nuestros avances. 

Compara tu lectura y valora si mejoraste o no tu entonación, puntuación y claridad.

(Entrando y dirigiéndose a la izquierda)

Era hermoso jinete,
y ahora montón de nieve.
Corría ferias y montes
y brazos de mujeres.
Ahora, musgo de noche
le corona la frente.

Girasol de tu madre,
espejo de la tierra.
Que te pongan al pecho
cruz de amargas adelfas;
sábana que te cubra
de reluciente seda,
y el agua forme un llanto
entre tus manos quietas.

¡Ay, qué cuatro muchachos

llegan con hombros cansados!

¡Ay, qué cuatro galanes
traen a la muerte por el aire!

Vecinas.
(En la puerta): Ya los traen.

Es lo mismo.
La cruz, la cruz.

Dulces clavos,
dulce cruz,
dulce nombre
de Jesús.

Que la cruz ampare a muertos y vivos.

Vecinas: con un cuchillo
con un cuchillito.
En un día señalado, entre las dos y las tres,
se mataron los dos hombres del amor.
con un cuchillo,
con un cuchillito
que apenas cabe en la mano,
pero que penetra fino
por las carnes asombradas
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.

Y esto es un cuchillo,
un cuchillito
que apenas cabe en la mano;
pez sin escamas ni río,
para que un día señalado, entre las dos y las tres,
con este cuchillo
se queden dos hombres duros
con los labios amarillos.

Y apenas cabe en la mano,
pero que penetra frío
por las carnes asombradas
y allí se para, en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.

(Las VECINAS, arrodilladas en el suelo, lloran.)

fin

¿Cómo se llamó la obra?

Realiza la Actividad 4, del tema 4, de la Unidad 4.